Beneficio del mate de coca

http://sebafabian.blogspot.com/2015/10/beneficios-de-la-hoja-de-coca.html?m=1

https://elcomercio.pe/tecnologia/ciencias/mate-coca-significa-1-3-miligramos-cocaina-cuerpo-noticia-472263-noticia/

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El cáncer y el infarto comparten una misma causa según Andreas Moritz

Esta entrada del blog, son párrafos del libro «El cáncer no es una enfermedad» de Andreas Moritz en la que expresa afirmaciones, descripciones y comentarios.

El autor del blog se remite a los contenidos que proceden del libro y simplemente los ofrecemos para su información, y ni sustituyen a ninguna terapia, tratamiento médico y tampoco nos hacemos responsables de los mismos.

Los conflictos continuos, la culpa y la pena por ejemplo, pueden llegar a paralizar fácilmente las funciones corporales-básicas y conducir al desarrollo de un tumor canceroso..
Tras haber visto cientos de pacientes con cáncer durante dos décadas, relacioné ciertos esquemas de pensamientos, creencias y sentimientos comunes a todos ellos. Para ser más concreto: aún no he conocido a ningún paciente de cáncer que no se sienta apesadumbrado por tener una mala imagen de sí mismo, conflictos y preocupaciones no resueltas, o traumas emocionales del pasado que todavía perduran en su inconsciente. El cáncer, la dis-ease (dis: falta /ease: fluidez) física, no sobreviene a menos que haya un gran trasfondo de desasosiego emocional y una gran frustración. (pag. 10)

Para comprender qué es el cáncer, tenemos que comprender
un hecho importante: «El patrón molecular (código genético de
la célula) cambia de modo anómalo sólo cuando la información
que recibe la célula a través de su medio externo provoca una
respuesta de estrés continuo en el interior de aquélla». (pag. 21)

El cuerpo ve en el cáncer un importante mecanismo de defensa que incluso origina un aumento de nuevos vasos sanguíneos para garantizar el imperioso suplemento de glucosa y, por consiguiente, la supervivencia y expansión de las células cancerosas. El cuerpo sabe que las células cancerosas no causan la muerte sino que la evitan; al menos durante un tiempo, hasta que el atrofiamiento de un órgano lleva al deterioro final de todo el organismo. Si los mecanismos detonantes del cáncer (factores causales) se tratan debidamente, ese final puede evitarse. (pag.50)

las células normales se vuelven cancerosas cuando no tienen suficiente oxígeno para desarrollar su proceso metabólico. Sin metabolismo celular el cuerpo se enfría y se queda sin vida en pocos minutos. (pag. 57)

Los nutrientes pasan de las paredes sanguíneas a las células
de un modo natural, en un proceso al que se le llama osmosis. Tras
depositar su preciosa carga, la sangre retoma a los pulmones, al
hígado y al sistema digestivo para reanudar su labor. Algunos
nutrientes (agua, oxígeno) pasan a través de las paredes de los
vasos sanguíneos libremente, mientras que otros necesitan la ayuda de un portador o guía. La hormona insulina, segregada por
unas células pancreáticas especializadas, es la que hace ese papel.
Una vez inyectada en la sangre, la insulina se incorpora a la glucosa (azúcar), las grasas y las proteínas, transporta esos nutrientes a
través de los vasos sanguíneos y se los entrega a las células. Este
proceso responsable de mantener el cuerpo sano y salvo se ve trastornado cuando las paredes de los vasos sanguíneos empiezan a engordar.
¿Por qué el cuerpo permite que las paredes de los vasos sanguíneos se vuelvan más gruesas? Puede que sorprenda la repuesta: para evitar que se produzca un ataque de corazón, un derrame cerebral u otra forma repentina de deterioro.
El fluido más importante del cuerpo es la sangre. Su gran velocidad y su fluidez garantizan el sustento continuo del cuerpo. Si la sangre se vuelve demasiado espesa, todo el cuerpo, incluidos el corazón y el cerebro, empieza a sufrir la falta de oxígeno y una potencial inanición. Cuando la sangre es espesa, las plaquetas se deterioran y se pegan unas a otras. Ello hace que la sangre no pase fluidamente a través de los finos capilares que hacen llegar a
las células el oxígeno y otros nutrientes. Cuando las células cerebrales, las de los tejidos nerviosos o las células coronarias se ven privadas de oxígeno y demás nutrientes, pueden producirse una gran variedad de afecciones agudas y crónicas, como ataques de corazón, derrames cerebrales, esclerosis múltiple, fibromialgias, Alzheimer, Parkinson, tumores cerebrales y muchos otros problemas secundarios en todo el organismo. (pag. 58)

El agente que más contribuye al espesamiento sanguíneo es la proteína de los alimentos, especialmente la proteína animal. Pongamos por caso que nos comemos un filete de carne o una rodaja de pescado. En comparación con un animal carnívoro, como un león o un oso, nuestro estómago sólo puede producir una veinteava parte del ácido clorhídrico necesario para digerir esos alimentos proteínicos. Por lo tanto, la mayoría de las proteínas de los alimentos ingeridos pasarán al intestino delgado sin ser digeridos y
allí se pudrirán o bien entrarán en la corriente sanguínea.
El hígado puede descomponer parte de la proteína, lo cual forma residuos como la urea y el ácido úrico. Esa materia residual pasa a los riñones excretada con la orina. No obstante, el consumo regular de proteínas animales, como pollo, pescado, huevos, queso y leche, hace que cada vez se formen más piedras hepáticas en el conducto biliar del hígado. Ello reduce sobremanera la capacidad del hígado de eliminar esas proteínas.
Los alimentos proteínicos son los mayores productores de ácido y los que más densifican la sangre. Por consiguiente, si gran
parte de la proteína animal circula en la sangre, acaba, obviamente, haciéndola más densa. A fin de evitar el peligro de un ataque
al corazón o de un derrame cerebral, el cuerpo intenta verter las
proteínas en el fluido que rodea a las células (tejido conectivo).
Esto evita el peligro inminente de serias complicaciones cardiovasculares, al menos por un tiempo. Sin embargo, los residuos proteínicos empiezan a trasformar el fluido intercelular en una sustancia tipo gel. En esas condiciones, los nutrientes que intentan llegar a las células quedan atrapados en esa especie de sopa espesa, lo que incrementa el riesgo de la muerte celular por inanición.
El cuerpo intenta evitar la muerte celular iniciando otra respuesta de supervivencia, aún más sofisticada, y ciertamente ingeniosa. A fin de eliminar las proteínas del fluido intercelular, el cuerpo reconstruye la proteína y la transforma en fibra colágena, la cuál es 100 % proteína (véase la ilustración de la página siguiente). De esta forma, el cuerpo puede formar la proteína en la membrana basal de la pared de los vasos sanguíneos. Al alojar la proteína sobrante, la membrana basal llegará a ser ocho veces más gruesa de lo normal. Una vez las paredes capilar es están saturadas de proteína o fibra de colágeno, las membranas basales de las arterias
empiezan a hacer lo mismo. Ello finalmente lleva al endurecimiento
de las arterias, lo cual es materia de estudio en el capítulo 9 de mi
libro Los secretos eternos de la salud.
Ahora el cuerpo tiene que enfrentarse a un reto aún mayor.
Las gruesas paredes de los capilares (y, posiblemente, de las arterias) constituyen un atasco para el suministro nutricional de las
células. Las paredes de los vasos sanguíneos impiden cada vez más
que el oxígeno, la glucosa e incluso el agua penetren en las proteínas acumuladas, privando de ese modo a las células de sus nutrientes esenciales. Como resultado, el metabolismo celular rebaja su eficacia, y la producción de residuos aumenta, al igual que el motor de un coche que no tiene una buena puesta a punto o al que no se le pone el combustible apropiado. Además de la congestión de las paredes de los vasos sanguíneos,
existe otra complicación. Los conductos linfáticos que acompañan a cada capilar sanguíneo absorben parte del exceso proteínico.
Esos conductos linfáticos y los nódulos linfáticos acompañantes están diseñados para eliminar y desintoxicar las cantidades normales de residuos metabólicos que producen las células. Además, eliminan los desechos celulares producidos por la destrucción diaria de unos 30 billones de células deterioradas. Dado que las células están compuestas de proteínas, la mayor parte del residuo celular está ya formado por la proteína de las células viejas. La forzosa absorción de la proteína extra ingerida a través de alimentos como la carne, el pescado o la leche, simplemente grava en exceso el sistema linfático y así es como se produce el estancamiento del
flujo linfático y la retención de fluido. Por consiguiente, los vasos
linfáticos congestionados cada vez pueden menos con los residuos
metabólicos; lo cual, por su parte, conduce a una mayor concentración de los residuos metabólicos en el fluido que rodea a las células. (pag. 62)

Es bien sabido que el exceso de proteínas nunca se acumula
en las paredes de las vénulas y de las venas, tan sólo lo hace en las de
los capilares y de las arterias. Los depósitos proteínicos de las membranas basales de las paredes arteriales dañan e inflaman las células que componen las arterias. Como respuesta a esos daños o lesiones, el cuerpo añade una placa protectora, que incluye colesterol, a las paredes arteriales, a fin de evitar coágulos sanguíneos en el flujo sanguíneo que desencadenen un ataque al corazón o un derrame cerebral. Esto nunca sucede en las vénulas ni en las venas. (pag. 63)

Al colesterol que contiene la placa se le llama colesterol malo, pues no hay demasiados médicos que conozcan su verdadero propósito. Si hubiera más gente que supiera que el colesterol «malo» impide que las arterias congestionadas sangren y, probablemente, que se formen coágulos sanguíneos peligrosos, se reconocería que el colesterol «malo» es en realidad colesterol «bueno». (pag. 63)

Dado que las células del corazón no pueden llegar a ser cancerosas, cuando se ven desprovistas de oxígeno por un tiempo, mueren de acidosis o simplemente se desconectan. A eso le llamamos ataque al corazón, aunque en realidad no se trata de un ataque, sino de privación de oxígeno. Sin embargo, en otras partes del cuerpo, en condiciones similares, las células afectadas siguen viviendo, pero mutan en células cancerosas. En otras palabras, el cáncer de tejidos sólo tiene lugar cuando el sistema circulatorio (incluyendo vasos sanguíneos y vasos linfáticos) ha sufrido una congestión durante largo tiempo. (pag. 64)

No es un descubrimiento nuevo que tras el cáncer y otros trastornos degenerativos se halla la falta de oxígeno celular. En la década de 1930, el doctor Otto Warburg descubrió que las células cancerosas, en comparación con las células sanas, tienen un ritmo de respiración por debajo de lo normal. Lo atribuyó a que las células cancerosas se desarrollan en un entorno con poco oxígeno y que niveles de oxígeno mayores podían dañarlas e incluso matarlas. El doctor Otto Warburg, dos veces premio Nobel por sus investigaciones sobre el cáncer (1932 y 1966) resumió el problema del cáncer en una sola frase.

El cáncer tiene sólo una causa fundamental. Esta causa es la
sustitución de la respiración normal de oxígeno de las células del
cuerpo por una respiración anaeróbica.

Hubo otros científicos que siguieron los pasos de Warburg.
La falta de oxígeno juega un papel fundamental a la hora de que las células se tornen cancerosas. Doctor Harry Goldblatt, Journal of Experimental Medicine, 1953.

La insuficiencia de oxígeno supone una insuficiencia de energía biológica que puede dar como resultado desde una ligera fatiga a una enfermedad mortal. Se ha establecido ahora un firme vínculo entre la insuficiencia de oxígeno y la enfermedad. Doctor W. Spencer Way, Journal of the American Association of Physicians (diciembre, 1951).

El oxígeno juega un papel fundamental en el conecto funcionamiento del sistema inmunológico; es decir, en la resistencia a enfermedades, bacterias y virus. Doctor Pañis Kidd.

En todas las fases de una enfermedad grave encontramos una fase concomitante de insuficiencia de oxígeno… Un bajo nivel de oxígeno en los tejidos corporales es un claro indicador de enfermedad… la hipoxia, o falta de oxígeno en los tejidos, es la causa principal de todas las enfermedades degenerativas Doctor Stephen Levine, famoso biólogo molecular

El cáncer es una afección que ocurre en el cuerpo cuando la oxidación se reduce tanto que las células degeneran fuera de todo control fisiológico. Doctor Wendell Hendricks, Fundación Hendricks.

El cuerpo con falta de oxígeno se enferma, y, si persiste esa falta, muere. Dudo que haya duda alguna al respecto. Doctor John Muntz, científico experto en nutrición.

El que respira más, vive más. Elizabeth Barrett Browning. (pag. 69)

Una circulación sanguínea deficiente hace que los tejidos extracelulares se carguen excesivamente de residuos dañinos y extraños, y que, en consecuencia, hagan lo mismo los conductos y ganglios linfáticos. Cuando el flujo linfático disminuye o queda obstruido, esa materia residual dañina empieza a acumularse en el fluido extracelular. El resultado es un incremento en la densidad de ese fluido vital, lo cual impide una correcta distribución de los nutrientes a las células y ello las debilita o las daña. La mutación celular tiene lugar cuando el oxígeno transportado por la sangre
ve dificultado su camino a través de las células.
La pregunta es: ¿dónde comienza la congestión linfática? Puede haber varias razones para esa congestión, pero las más importantes están relacionadas con la secreción biliar y la dieta. Las secreciones biliares retenidas en el hígado y en la vesícula debido a la acumulación de cálculos biliares,por ejemplo, socavan la capacidad del intestino delgado de digerir los alimentos adecuadamente. Eso permite que importantes cantidades de residuos y sustancias venenosas, como las cadaverinas, las putrescinas y otros resultantes de la fermentación y putrefacción de los alimentos,
penetren en los conductos linfáticos del tracto intestinal. Esas toxinas, posiblemente junto con las grasas no digeridas y las proteínas, pasan a la estructura linfática mayor, llamada conducto torácico y a su base, la cisterna del quilo. La cisterna del quilo es un engrosamiento linfático (con forma de saco o pocilio) situado delante de las dos vértebras lumbares a la altura del ombligo. (pag. 70)

Andreas Moritz

 

Ejemplos típicos de indicadores de dolencias motivadas por una congestión cronificada y localizada de la linfa: obesidad, quistes uterinos u ováricos, engrosamiento de la próstata, reumatismo en las articulaciones, agrandamiento del lado izquierdo del corazón, fallos cardíacos, congestión de bronquios y pulmones, engrosamiento del cuello, rigidez de cuello y hombros, dolores de espalda, dolores de cabeza, migrañas, mareos, vértigos, pitidos en los oídos, dolor de oídos, sordera, caspa, resfriados frecuentes, sinusitis, alergias, ciertos tipos de asma, tiroidismo, hipertiroidismo, hipotiroidismo, enfermedades oculares, pérdida de visión, hinchazón de mamas, bultos en las mamas, problemas renales, dolores lumbares, hinchazón de piernas y tobillos, escoliosis, trastornos cerebrales, pérdida de memoria, problemas de estómago, inflamación del bazo, irritación del colon, hernias, pólipos en el colon, trastornos genitales, etc.
Cuando esos síntomas o una combinación de ellos persisten
durante años es posible que sobrevenga un cáncer. (pag. 74)

Los pacientes con cáncer, artritis, cardiopatías, dolencias hepáticas y otras enfermedades crónicas resultan tener bastantes cálculos hepáticos.
Sorprendentemente, tan sólo unos cuantos de esos pacientes tenían cálculos en la vesícula. Los cálculos hepáticos son el principal impedimento para adquirir y mantener una buena salud, juventud y vitalidad. Son, realmente, una de las principales razones por las que la gente enferma y tiene dificultades para recuperarse de las dolencias, entre ellas el cáncer. (pag. 78)

Las células de los tumores malignos están rodeadas por una capa fibrilar 15 veces más gruesa que la fibra que rodea las células sanas. La capa fibrilar protege a las células cancerosas de los mortíferos fagocitos, de los linfocitos asesinos y de los citoquinos. (pag. 81)

A fin de salvar a nuestros países de la autodestrucción, no tenemos otra opción que volver a los alimentos que nos ofrece la naturaleza. Eso significa que tenemos que evitar los alimentos que no han sido creados por la naturaleza. No existe una relación natural entre nuestro cuerpo y la margarina, por ejemplo. La margarina, la cual no se diferencia del plástico más que en una molécula, es un «alimento» de laboratorio que ningún organismo natural está preparado para asimilar. Si dejamos un poco de margarina en un entorno caliente, húmedo y oscuro, donde las bacterias abundan, las bacterias la evitarán y se comportarán como si se tratara
realmente de plástico. (pag. 83)

Muchos de los inhibidores de la recaptación de serotonina (IRSN) impiden los ciclos interactivos naturales de la producción de seratonina y  melatonina, dos de las hormonas cerebrales más poderosas. La serotonina
está asociada al buen humor, al apetito y a la saciedad; y la melatonina es, entre otras cosas un inductor del sueño que provee al cuerpo de un sueño reparador y rejuvenecedor. Al inhibir la descomposición de la serotonina en el organismo, esos fármacos rompen el ciclo de la melatonina y afectan a la adecuada inducción del sueño. Esto trastorna las funcionas más fundamentales del organismo, incluida la digestión de los alimentos y el metabolismo celular. Los pacientes a los que se administra el antidepresivo
paroxetina (Prozac), por ejemplo, pueden sentirse de pronto mucho más hambrientos de lo normal y no sentirse saciados después de comer. Al no saciarse, comen más y más… una vía segura hacia el aumento de peso y la obesidad. Actualmente, se considera que la obesidad es el principal riesgo de la mayoría de enfermedades crónicas, incluidas las cardiopatías, el cáncer y la diabetes.
Algunos medicamentos antipsicóticos comunes com o la olanzapina (Zyprexa) pueden hacer que se aumente unos quince kilos de peso en muy poco tiempo. Estos fármacos estimulan la dopamina, la hormona que origina la ansiedad de comer. Esta clase de medicamentos reduce también los niveles de leptina, una proteína que suprime el apetito. En otras palabras, se desarrollará un apetito desmesurado que no puede controlarse comiendo más. Pensemos en la confusión y el caos que ello origina en el resto del organismo, desde la producción de insulina y jugos digestivos, como ácido clorhídrico, bilis, enzimas, hasta la necesidad de eliminar
cantidades cada vez mayores de residuos. Otros fármacos, como los sustitutivos hormonales, la píldora anticonceptiva o las inyecciones pueden provocar un aumento de peso de hasta un 70 % e interferir de ese modo en las funciones más básicas del organismo. Los medicamentos que se administran para el crecimiento óseo también originan aumentos de peso. La prednisona, la cortisona y otros esteroides utilizados para tratar
docenas de dolencias, entre ellas el asma, el lupus y el cáncer, causan frecuentemente un aumento de peso porque incrementan el
apetito y fuerzan al organismo a retener fluidos. Los esteroides
provocan tantos trastornos como los que supuestamente han de
resolver, como cáncer hepático, cardiopatías, depresión, hostilidad
y agresividad, trastornos del apetito, vértigos, virus del sida, acné y
muchos más.
El Tamoxiféno es un fármaco popular que se utiliza actualmente para impedir la recidiva del cáncer de mama. Este medicamento
puede provocar un aumento de peso de hasta 12 kilos, suficiente
para incrementar drásticamente el riesgo de otros cánceres,
cardiopatías y diabetes. (pag. 84)

El cáncer es desamor
Muchos enfermos de cáncer han dedicado toda su vida a ayudar y
apoyar a otros. Su altruismo puede ser una cualidad muy noble,
dependiendo de las causas subyacentes. Si sacrifican y desatienden su propio bienestar para evitar la vergüenza, la culpabilidad o
el menosprecio en su interior, en realidad están cortando el hilo
del que penden. Su dedicación «altruista» a complacer a otros sirve para que, a cambio, se sientan queridos y apreciados por lo que
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aportan. Ello es, sin embargo, un reconocimiento inconsciente de
no amarse a si mismos. Y eso puede bloquear cuestiones no resueltas, temores y sentimientos de inferioridad en la memoria celular
de los órganos y tejidos del cuerpo.
«Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo» es uno de los mandamientos básicos imprescindibles para curar el cáncer. Esta frase significa que sólo podemos amar a otros en la misma medida en que somos capaces de amarnos y apreciarnos a nosotros mismos, ni más ni menos. Para ser capaces de amar realmente a alguien, sin ataduras ni afanes posesivos, uno ha de aceptarse plenamente con todos los defectos, errores y carencias que pueda tener. El grado en que somos capaces de ocuparnos del bienestar
de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu determina el
grado en que también somos capaces de ocuparnos de otras personas. Al ser críticos con nosotros mismos, o despreciar nuestro aspecto, nuestro comportamiento o nuestros sentimientos, cerramos nuestro corazón y nos sentimos inferiores y avergonzados. Para evitar exponer a los demás a nuestro lado oscuro (la parte de nosotros que no nos gusta) por miedo al rechazo, tratamos de ganarnos su amor complaciéndoles. De esta manera creemos que podemos obtener el amor que somos incapaces de darnos a nosotros mismos. Sin embargo, este planteamiento no funciona a largo
plazo. (pag. 103)

La mayoría de los cánceres aparecen después de una serie de
repetidos avisos. Entre ellos hay que advertir:
• Dolores de cabeza tratados con analgésicos.
• Cansancio suprimido con café, té o soda.
• Nerviosismo que intenta controlarse con nicotina.
• Fármacos que se toman para prevenir síntomas indeseados.
• Resfriados que no tenemos tiempo para dejar que se pasen por sí mismos.
• Negarse a uno mismo tiempo suficiente para relajarse, reír y estar tranquilo.
• Conflictos que se dejan sin resolver.
• Pretender que siempre se está bien cuando no es verdad.
• Tener constantemente la necesidad de complacer a otros,
sintiéndose inferior o no querido por los demás.
• Escasa confianza en las propias fuerzas que hace que uno
quiera demostrar constantemente su valía a los demás.
• Autopremio con alimentos que confortan. (pag. 112)

A fin de hacer frente a los niveles peligrosamente elevados de
ácido láctico y encontrar otra fuente de energía, el hígado reconvierte una parte del ácido láctico en glucosa. Para ello, el hígado
utiliza 1/5 de la energía por molécula de glucosa que una célula
normal puede obtener, pero eso equivale al triple de la energía
que extraerá de ella una célula cancerosa. Para ayudar a alimentar
las células cancerosas, el cuerpo incluso llega a desarrollar nuevos
vasos sanguíneos, canalizando cada vez más azúcar hacia ellos. Esto
significa que cuanto más se multipliquen las células cancerosas
dañadas, menos energía queda disponible para las células normales,
lo que explica el hambre de azúcar. En un organismo tóxico, las
concentraciones de oxígeno y energía suelen ser muy bajas. Esto
crea un entorno en que el cáncer se expande con mayor facilidad.
A menos que se eliminen las toxinas y las fuentes de alimentación
del cáncer y se incrementen drásticamente los niveles de oxígeno,
el metabolismo rico en residuos que se asocia al cáncer se vuelve
autosuficiente y el cáncer sigue expandiéndose, Si se produce la
muerte, la causa no se debe al cáncer, sino al desgaste de los tejidos corporales y a la acidosis final. (pag. 115)

Tras examinar a gran número de pacientes de cáncer en mi consulta en Europa, en la década de 1990, descubrí que todos ellos, independientemente del tipo de cáncer que tenían, habían acumulado grandes cantidades de cálculos biliares en el hígado y en la vesícula. Eliminando todos los cálculos del hígado y de la vejiga mediante una serie de limpiezas hepáticas, y limpiando el colon y los riñones antes y después de cada limpieza hepática1 se crean las condiciones físicas necesarias para lograr que casi todo los tipos
de cáncer empiecen a remitir espontáneamente. Esto también se
aplica a cánceres considerados terminales.
Si a partir de entonces se mantiene una dieta y un estilo de
vida sanos, es probable que la curación sea definitiva. Hay muchas
pruebas que demuestran que las frutas y hortalizas tienen propiedades curativas y preventivas del cáncer. Las investigaciones realizadas por el Instituto de Investigación Alimentaria de Gran Bretaña revelan que los vegetales del género brassica, como la col, la berza, el brócoli y las coles de Bruselas contienen compuestos anticancerígenos que estimulan a las células cancerosas a suicidarse. Estos vegetales tienen fuertes efectos depuradores en los tejidos y en la sangre. Su consumo regular reduce en gran medida la toxicidad general del organismo y elimina la necesidad de crear células cancerosas. (pag. 125)

La causa última del cáncer es el miedo: el miedo a no ser totalmente capaz, el miedo a la pérdida, el miedo a ser herido, el miedo a amar, el miedo al desengaño, el miedo al éxito, el miedo al fracaso, el miedo a morir y el miedo a la vida y a la existencia.
Cada uno de esos temores no es más que una derivación del miedo a lo desconocido.
El miedo a lo desconocido no es un objeto material del que uno pueda desprenderse cuando quiere. Lo normal es manifestar que se tiene miedo de algo, y las expectativas negativas son profecías cuyo enunciado acarrea su propio cumplimiento, de modo que, cuando se cumplen, pueden hacernos creer que habrían ocurrido de todos modos, como si uno no hubiera tenido opción de evitarlas. Sin embargo, siempre tenemos una alternativa. Aunque
a menudo nosotros mismos creamos lo que tememos a través de la programación subconsciente, con la misma facilidad podemos cambiar el programa y crear lo que amamos. (pag. 153)

Andreas Moritz, ¡El cáncer no es una enfermedad!, El cáncer es un mecanismo de supervivencia, Ediciones Obelisco, Barcelona, 2007

Sobre el fallecimiento de Andreas Moritz a los 58 años de edad

Andreas Moritz’s Transition